La filosofía como forma de vida
Para muchas personas, la filosofía se identifica con una disciplina académica, circunscrita a los departamentos de algunas universidades; abstrusa, inútil y desligada de la vida. Muchos de los que hemos cursado estudios universitarios de filosofía hemos experimentado de primera mano la carencia de vitalidad, integridad y capacidad transformadora que la filosofía padece cuando se la concibe exclusivamente como un ejercicio intelectual. Pero éste no ha siempre el caso.
Antiguamente, la filosofía no se limitaba a un saber meramente intelectual y con poca relación con la vida de aquellos que la practicaban. En el mundo greco-latino, por ejemplo, la filosofía era una forma de vida, es decir, el saber y el vivir estaban indisolublemente ligados, propiciando la transformación interior de aquellos que la practicaban. Uno de los objetivos del asesoramiento filosófico contemporáneo es recuperar la relación de la filosofía con la vida, y su capacidad transformadora y liberadora.